jueves, 11 de octubre de 2012

¿Cómo se vuelve una persona paranoica?

La desconfianza, mas o menos exagerada, un cierto rasgo paranoide, es una característica de personalidad y  tiene una graduación entre lo normal  y lo patológico. Así   la desconfianza en si misma solo refleja una actitud y no es una enfermedad. En realidad todos tenemos ciertos rasgos paranoides que nos pueden proteger frente al medio en situaciones de riesgo, sin mermar nuestra cordura.
Pero una acentuación de estos rasgos paranoides de personalidad, la desconfianza  por sistema suele encontrarse en los afectados de Paranoia y no es raro descubrir en  estos sujetos antecedentes de suspicacia  fácil, creencias exageradas de las posibilidades agresivas del prójimo, vivencias de hostilidad con respecto al entorno y resentimiento. Son frecuentes también la rigidez y el autoritarismo, como rasgos de carácter previo, con mala tolerancia a que se les lleve la contraria y dificultades para la autocrítica.
También son frecuentes cierta frialdad emocional previa al desarrollo de la enfermedad, presencia de egocentrismo, problemas en las relaciones interpersonales y dificultades de diversa índole en la esfera sexual. Es mas frecuente entre solteros y divorciados.
Las escuelas psicoanalíticas han entendido los síntomas paranoides como un intento adaptativo para suplir determinadas carencias (los temas paranoides, centrados en el perjuicio, el daño y la persecución son las manifestaciones psicopatológicas mas arcaicas, mas antiguas, en nuestra evolución cono seres humanos y por eso mas regresivas que las que aparecen en la neurosis y en la depresión) con que el paciente se protege frente  a una depresión y es frecuente que aumenten las ideas paranoides al tiempo que disminuye la sintomatología  depresiva y viceversa.
La paranoia suele presentarse en el adulto mayor y es mas frecuente en los ancianos. Lo favorece el aislamiento por lo que tienen más riesgo aquellos ancianos que viven solo, sobre todo si son  mujeres. Son característicos los delirios de sordos, sordomudos y ciegos, por lo que la deprivación sensorial se considera un factor de riesgo. Al no ver ni oír bien, malinterpretan lo que perciben de forma deficiente y pueden llegar a construir explicaciones delirantes. Cualquier cuadro mas o menos crónico o prolongado  o cualquier situación  de agotamiento psíquico, enfermedad física, e incluso el propio envejecimiento favorecen la presentación de síntomas.

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